Se me ha aparecido en sueños un viejo amigo que descubrió nuestras Fiestas hace años. Desde entonces, no deja de animar a sus hermanos a que vivan la experiencia de los Sanjuanes. Esto me ha contado:
«Primero, siempre les digo que dos motivos tiene Soria que la hicieron popular: la belleza de sus mozas y las Fiestas de San Juan. Después, recalco que es la mejor época del año: cuando junio se viste de soles y termina el sopor invernal. Y, si aún dudan, les explico que quien las vive una vez y las sabe disfrutar, nunca podrá olvidar nuestras Fiestas de San Juan. Se sorprenden cuando digo 'nuestras'. Pero es sabido que en Fiestas te puedes sentir un soriano más. ¿Las Cuadrillas? Sí, es difícil de explicar. Lo de los días, mal del medio, lo entienden: cada jornada tiene su nombre, su ceremonia y su ritual. Por eso, mi mayor empeño es el de transmitir el temblor que produce esta semana en los ánimos de sorianos y forasteros. No lo que se ve, sino lo que se siente de camiseta y pañuelo hacia dentro. Les cuento que son cinco días de ruido y bullanga, de monte y de toros, de bombo y charanga. De agobio y sudores, de canciones y danzas, de idilios y humor. Que son las fiestas del y para el pueblo: aquí beben de la misma bota el obrero y el burgués. Pido que no se sorprendan si ven bailar a una linda chavala con un carcamal, quizá con Caifás. ¡Y se parten! Eso es estupendo. Son Fiestas de alegría. Ya les he avisado: de poderse el humor repartir, todo el mundo sería feliz regalando el que nos sobra en San Juan. Alguno, avispado, aún sin ch, dice que eso es culpa del vino dulzón. Y no lo voy a negar. Ya saben que la bota es la que manda en la Cuadrilla, que es la que infunde osadía, gracia y picardía para enamorar. Y que esa bota en las verbenas, junto al jardín de ensueño y los farolillos multicolores, conducen al mayor embrujo: al del fino mozo buscando las rosas de esas mejillas y los claveles de esos labios para adornar la Caldera. Porque sus ojitos le prendieron un Domingo, y el Lunes se declara: «Cuánto te quiero». Por eso, viven los mozos gozando con sueños halagadores. Porque las rosas lindas, primorosas, en las trenzas de las mozas preludio de amores son. Pero mis hermanos no se pueden despistar. Su día de gloria es el Viernes. Dicen que nos tienen miedo, pero nos quieren, también. Para nosotros, con cintas de vivos colores, la mocitas han tejido sueños de amores en el dorado cachirulo. Después, fuego en la Plaza, riesgo y valor, debemos dar un susto al matador para que el gaitero toque una coplilla en nuestro honor. Y así quedan convencidos».
Se me ha aparecido en sueños mi amigo Caralillo, el novillo colorado de San Esteban en 2008, el mayor Sanjuanero que hay en el cielo de los toros, y esto me ha contado.