Alberto Palacios Lázaro

Alberto Palacios Lázaro


El balón de oxígeno

13/07/2024

Ese hombre del casino provinciano que vio a Clemente recibir un día, tiene mustia la tez, el pelo cano, ojos velados por melancolía. Ese hombre, como tantos, tardó 44 años en ver a España ganar un título. En contra, mi malacostumbrada generación aterrizó, aún mocosa, en el exitoso fútbol combinativo de 2008 sin merecerlo, con apenas 10 años y pocas desdichas a las espaldas. Para incrementar nuestra malcrianza, en 2010 nos coronamos reyes del mundo. Y en 2012, todos los españoles, no sólo los del Real Madrid, recordamos a Europa quién manda en esto del balón. Ésta, mi generación consentida, ha vuelto a unir sus jóvenes gritos a los de aquellas generaciones injustamente tratadas por el fútbol nacional. Quizá nosotros no nos merecíamos haber disfrutado de tantos éxitos. Y, quizá, nuestros mayores no se merecieron acumular tantos sinsabores. Pero no deja de ser, en el fondo, la historia de nuestro país. 
Sin andamios, sin abrirse un canal de Twitch durante el torneo, sin subirse a un andamio para ver los entrenamientos, sin cenar seis huevos duros diarios, sin nada de eso, Luis de la Fuente ha escrito con sus brazos de acero una oda al mérito, al saber hacer, al saber gestionar y al saber estar. Desoyó las madrugadoras e injustas críticas. Le pidieron, en tertulias, el DNI, el currículum y la partida de bautismo. No pocos quisieron levantarle las alfombras de casa para buscarle algún trapo sucio. Pero este Luis, descubrieron, no era como el otro. Sólo, que es mucho, era un exjugador de Haro, amante del buen vino, muy aficionado a los toros y profundamente católico. Se levantó un muro de prejuicios que, como el de Berlín, pronto se derribó con razones y argumentos. Y el mejor fútbol del mundo. De la Fuente, exseleccionador de las categorías inferiores, resulta ser el mejor conocedor de este plantel. No sólo porque los ve entrenar, sino porque ya sabe lo que es ganar con ellos. Y todo hace indicar que en 48 horas recordará esa sensación. Nadie apostaba por Cucurella como lateral titular, y estamos ante una pieza clave. Resulta que Rodri, aunque algún seleccionador se empecinara, no sólo pierde como central, sino que es uno de los mejores mediocentros defensivos del planeta. Y es nuestro. Resulta que Fabián, suplente en el PSG -¿quién le entrena en el PSG?-, se ha convertido en la mejor brújula para este victorioso galeón. Sería obsceno perder el tiempo explicando cómo De la Fuente ha sido capaz de canalizar y exprimir el talento de Yamal y Nico, cómo ha encontrado el equilibrio defensivo independientemente de los jugadores disponibles, cómo está llevando a Carvajal, de la mano, camino a la Historia. Porque Carvajal, en las piernas, lleva los mismos kilómetros que Kroos, Camavinga o Tchouaméni, pero se los ha merendado a todos. El aire de la Selección, ni hablar de la Federación, estaba intoxicado, enrarecido. Y un exlateral izquierdo riojano, con poco pelo y mucho criterio, ha traído el balón de oxígeno que todos los españoles, mayores, jóvenes y medianos, necesitábamos. A jugar. A ganar.