Alberto Palacios Lázaro

Alberto Palacios Lázaro


Hay que ir

15/06/2024

He ido a Gran Vía dos días seguidos, algo poco frecuente cuando vives en Madrid. Allí, los viandantes de fuera se delatan por su forma de caminar, de moverse entre la masa, de frenarse en seco para fotografiar el letrero de 'Primark'. El primer día, 23 grados, Callao parecía un plató de cine lleno de figurantes con la misión de hacer bulto. Al día siguiente, en cambio, cayó el diluvio. Y la diferencia fue sustancial. Toda la muchedumbre desapareció. La tan transitada Gran Vía -150.000 personas al día-, se convirtió en un desierto de charcos que reflejaban la luz de los neones que aquella tarde no tenían para quién brillar. Cuántas cosas hacemos sin querer hacerlas. Si no vas porque llueve, quizá es que, en el fondo, no tenías que ir. Lo mismo me ha ocurrido durante la recién acabada feria de San Isidro. A los habituales siempre nos llegan mensajes de 'despistados' que preguntan por alguna entrada libre. Solicitudes directamente proporcionales al postureo que se espera esa tarde y al número de figurones acartelados. En cambio, el móvil ha guardado silencio los días de agua. Si no vas porque da lluvia, quizá no te gustan tanto los toros. A la contra, los casos en los que uno va a lo que sea y como sea porque quiere, le apetece y le interesa.
 El otro día se complicó tanto la noche que tuve que tomar una decisión drástica: asumir la derrota e irme a la cama, con el sol en todo lo alto, o ir directo al Retiro a ver a Richard Ford, el premio Pulitzer que ha participado en la feria del libro madrileña. Valorando opciones recordé que aún llevaba las gafas de sol que había usado la tarde anterior en Las Ventas, y lo bien que sientan para disimular la pena, la alergia y las noches de juerga. ¿Resultado? Mucho sueño y 'Canadá' -obra maestra- dedicado por Ford en mi estantería. Porque había que ir y se fue. Como en 'Una historia verdadera', de David Lynch. Un hombre muy anciano, y mal de salud, se entera de que su hermano ha sufrido un infarto. El protagonista, sin más medios que su viejo cortacésped, se echa a la carretera y recorre 500 kilómetros para ir a visitarle. «Crecimos muy unidos en una granja de Minnesota. Jugábamos para olvidar el frío. En verano, en el jardín, hablábamos de las estrellas hasta que nos dormíamos. Eso empequeñecía nuestras penas. Un día, nos dijimos cosas horribles. Pero un hermano es un hermano». Había que ir y fue. En cortacésped, ante todo, pese a todo y sobre todo. Así que, señores del PSOE soriano, no insulten a la gente. ¿Esa es la vaga explicación que dan a su nuevo batacazo electoral? ¿Que su votante no se movilizó? Si su gente se ha quedado en casa es porque ustedes mismos les han quitado las ganas de todo, incluido votar. Demasiadas amnistías, Begoñas, cartas, hermanísimos, Titos Berni, Koldos, Bildus, quizá. Quien quiso, fue a votar. Otro tema es que les quieran a ustedes.