No somos el tiempo. A diferencia de ti, no somos sus prisioneras. Ni mis compañeras ni yo somos humanas. Pero, hoy, reconocemos que todo lo vemos, todo lo oímos. Todo lo comprendemos. Pero no debes preocuparte. No irrumpimos si no se nos invoca. Jamás nos presentamos sin permiso. Pero cuando lo tenemos, llegamos a todas las esquinas, impregnamos todos los vientos y alcanzamos todos los cielos. Son fechas claves, soriano. Se palpa, y lo sabemos a ciencia cierta. Desde este domingo, el calendario quedará olvidado hasta el martes a escuela. Porque, desde ya, la agenda soriana se marca a ritmo del bordado de pañuelos, de camisetas que se imprimen, de cuadrillas que saludan a su barrio, de Usos y Costumbres, de timbres que preceden a la pregunta más importante del año: «¿Quiere entrar en fiestas?». Antes, suenan cuchillos contra tablas de madera. Queso y bacalao. Lo vemos todo. Y no dejamos de ver ilusión. La de esos jurados volcados para hacer de 2024 un recuerdo inolvidable. Compartimos la responsabilidad de los secretarios de cuadrilla. La emoción de esa abuela que remata el traje de piñorra de su nieta que, anualmente, da envidia a las propias flores. Arropamos a ese hostelero que ultima llamadas con sus proveedores, aunque sería más feliz al otro lado de la barra. Aliviamos a ese médico que tendrá guardia el Viernes de Toros. Mediamos entre adolescentes que discuten el color de su primer peto. De todo se sale. Abrazamos a ese anciano que pedirá media tajada, que saldrá a la ventana a ver a su santo y que no querrá saber nada más de las fiestas. No desde que se quedó sin su jurada.
Delante del calendario imantado al frigorífico consolamos a un soriano, peñista desde niño, que vive en Noruega. Este año tampoco podrá ser. Acompañamos a esa pareja veinteañera que se consolidó en Navidad. Que vivirá sus primeros Sanjuanes teniendo que darse alguna explicación y muchas alegrías. Entrenamos con un joven caballista y su fiel compañero para que ningún socavón de la Vega de San Millán les pille desprevenidos. Lleva días maldurmiendo porque no sabe cómo decirle a la piñorra de antes que viva con él, a la grupa, el Jueves La Saca. «Galopando, y en el pelo una flor, será la moza más valiente», cree. Se resigna, después. «Jamás me aceptará». Animamos a esa misma joven cuando, cada vez que suena, consulta compulsivamente el móvil y, con decepción, comprueba que aún no le ha escrito el caballista de sus amores. Ayudamos a cada soriano a preparar el corazón para volver a viajar en el tiempo. Un trayecto a la memoria que se hace en tastarro, con familia y amigos, mucho vino en la bota y un pañuelo al cuello. Vemos todo porque, llenos de cariño, nos hacéis un hueco en vuestras vidas. Sois vosotros quienes nos invocáis. Y siempre llegamos. Pero el domingo nos toca, os convocamos nosotras. Como siempre y para siempre, os esperamos en cada esquina de Soria saliendo de los más brillantes instrumentos. Atentamente, las más de treinta Sanjuaneras.