En medio de esta espiral de violencia verbal, de política en el barro a la que estamos asistiendo atónitos en los últimos tiempos, donde unos y otros se retroalimentan, la vida continúa y hay muchos asuntos que están pasando en la vida económica y social de la provincia, que permanecen fuera del foco mediático y que merecen una reflexión.
Hay un debate a escala global, que concierne a los países turísticos y especialmente a las regiones y localidades con mayores atractivos, sobre el impacto que están teniendo los pisos y apartamentos turísticos. No es un debate baladí, puesto que afecta a los problemas de acceso a la vivienda, a los precios de las mismas, que no solo dificultan la supervivencia de muchas personas en determinadas ciudades, sino que imposibilita a veces poder contratar trabajadores de fuera para trabajar precisamente en los sectores que dan riqueza a esas ciudades y regiones. Hace pocos días entraba en vigor en Nueva York una nueva normativa que prohíbe los alquileres de pisos turísticos para alojamiento de corta duración. Solo se permiten alquilar habitaciones en pisos donde viva también el propietario. Miles de apartamentos turísticos han desaparecido de la oferta de alojamiento en la ciudad, lo que supone un golpe al modelo de una conocida empresa, que no está ubicada en España precisamente.
A una escala más pequeña, los problemas de vivienda que padecen algunas regiones y ciudades concretas en España se reproducen también en el medio rural. El problema de la vivienda en el medio rural es perfectamente conocido. En los espacios rurales, sobre todo en los más despoblados, no solo es difícil encontrar mano de obra para trabajar, sino también para residir. Este sigue siendo uno de los grandes desafíos del desarrollo rural. El problema se agrava cuando en determinadas localidades, de fuerte atractivo turístico, surgen proyectos para rentabilizar al máximo ese movimiento, retrayendo de la oferta pisos que pueden utilizarse para otras necesidades, con el consiguiente agravamiento del problema de la vivienda. Esto está ocurriendo en el Burgo de Osma que, como sabemos, es una de las localidades más turísticas de la provincia de Soria.
El movimiento turístico de El Burgo de Osma tiene una larga tradición, vinculada en gran parte a la iniciativa de un conocido empresario, que supo combinar la gastronomía con el atractivo histórico y monumental de la Villa. La proximidad a Madrid, la presencia cercana del parque natural del Cañón del Río Lobos, el espacio con más visitantes de esta provincia, o del castillo de Gormaz, la fortaleza más extensa de Europa, han contribuido al éxito turístico de la villa burguense. Aprovechando este tirón, se está produciendo un aumento de la vivienda turística y un interés por las inversiones turísticas, que se está traduciendo en la aparición de nuevos alojamientos, en la construcción de nuevos apartamentos y la creación de una realidad nueva, que sorprende de alguna forma, con efectos indudables sobre el problema de la vivienda. En esto, como en tantas cosas, la realidad va por delante de las respuestas de la administración para que esto no se convierta en un problema grave.
La cuestión es que la comarca de la ribera soriana del Duero y las tierras de El Burgo de Osma están experimentando en los últimos años un desarrollo económico interesante, que será objeto de reflexión en posteriores artículos. Aparte de la instalación de diversas factorías de componentes del automóvil hace ya varias décadas, la utilización actual de la histórica finca de La Rasa por parte de una cooperativa catalana, con idea de ampliación, está generando mucho empleo, gran parte temporal, que necesita alojamiento. Por otra parte, ya hemos aludido en alguna ocasión a que el cambio climático está abriendo nuevas oportunidades a algunos territorios. Este es el caso de las tierras altas de la Ribera, en la que asistimos a nuevas inversiones en la adquisición o arrendamiento de tierras para la plantación de viñedos, que están creando nuevas bodegas en la comarca. Todo ello, con el apoyo de la Asociación Tierras Sorianas del Cid, fiel a su estrategia de promoción de la comarca. Este es un fenómeno que va a crecer y hay que intentar arraigarlo al territorio. El viñedo es un cultivo mucho más densificador que el tradicional cereal, lo cual plantea nuevos retos de atracción de trabajadores y de provisión de viviendas en la zona. Un extremo que deben contemplar las administraciones implicadas.