A veces no sé si estoy viva en mi mundo de siempre, el de la siesta, la tortilla de patata con o sin cebolla y el clásico futbolero, Madrid Barcelona o si me ha abducido una película de ciencia ficción. De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que habito dentro de una película en la que un presentador de televisión, con la cara naranja y pelo de esparto, ha mutado a gobernante del mundo con la ayuda de un tipo con gorra que domina el planeta con aplicaciones de móviles, llámales equis, y de un argentino de patillas a lo Curro Jiménez, que en vez de trabuco usa una motosierra y que, en lugar de robar a los ricos para ayudar a los pobres, hace justo lo contrario. En el guión de esta película, que parece más una cinta del absurdo (sin humor, porque no tiene gracia) que de ciencia ficción, intentan cargarse la Tierra con inteligencia artificial, pero no con robots, sino con la nueva IA, que como un ente abstracto está en el aire. En sus ansias de destrucción masiva también utilizan el cambio climático, pero negándolo. Cuando parece que van a conseguirlo, justo cuando van a destrozar la Tierra, un asteroide se estampa contra el planeta, porque como buenos negacionistas no lo vieron venir (y mira que era grande, 50 metros).
Esta peli en la que habito tiene toda la pinta de que termina de forma poco original con una casi repetición de la historia, sólo que esta vez, en vez de extinguirse los dinosaurios, se extinguen los humanos por gilipollas. Se extinguen por votar a un tipo que no es que parezca mala persona, parezca ordinario y parezca que está como un cencerro, es que lo es. En esta película en la que habito no hacen falta armas nucleares de destrucción masiva, porque el ser humano se auto destruye individualmente votando a un tarado que se rodea de otros aún más tarados.
Ahora que se acaban de cumplir los diez años de la emisión del primer capítulo de la serie española, 'El Ministerio del Tiempo', recuerdo uno, catastrofista como la peli en la que vivo, en el que, por única vez, se hace referencia al futuro. ¡Cuidado, spoiler! Hace un pronóstico de la España de 2070 en la que se puede adoptar un bebé, de cualquier época, por 5 millones de pesetas, gracias a que en 2028 nuestro país se habría salido de la UE y habríamos recuperado nuestra antigua moneda. En 2070 el presidente del Gobierno de España sería Bertín Osborne, después de ganar las elecciones con el lema: «Mi patria es la tuya». Me acabo de dar cuenta de que en 2070, el ahora aún cantante o presentador o lo que quiera que sea su actividad profesional, tendría 116 años. Debe ser que de aquí a entonces la ciencia habrá evolucionado a pasos de gigante, aunque nos gobiernen negacionistas que sugieren tratar el Covid con inyecciones de lejía. Anda, acabo de atar cabos: ya sé porqué tiene la cara naranja. Otro gran enigma de la humanidad resuelto.