Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Las ocho cabezas de Leonardo

16/08/2024

Se acabaron los Juegos Olímpicos. Se convierten, durante algo más de dos semanas, en un referente que fomenta el deporte. El reflejo que se proyecta a la sociedad no debería limitarse al ejercicio físico sino que debería atender también a la parte emocional. Los JJOO tendrían que ser un espejo sobre la capacidad de aprender a ganar y a perder. Hay que estar muy preparado emocionalmente para saber subir al pódium y para no tener ese honor. Reconozco que no he seguido mucho las competiciones, pero si hay algo que siempre me ha llamado la atención son las entrevistas que se hacen a los triunfadores insistiendo el periodista de turno en sus preguntas en lo meritorio como si los que se han quedado a tres velas no reunieran esas mismas virtudes. "Te lo merecías", suelen decir. Da la impresión de que todos los demás no lo merecieran. Las competiciones, sean del tipo que sean, nunca me han gustado, porque me parecen injustas y porque para hacer algo bien (o mal) no hace falta compararse con nadie. Puedes matarte a trabajar durante cuatro años para ir a los JJOO que, por estadística, lo más probable es que te quedes sin recompensa, porque sólo hay oro, plata y bronce. Puedes incluso haber trabajado mucho más que los que han conseguido medalla, pero te has quedado sin nada. Es complicado gestionar esas frustraciones. Complicado también es ganar porque, a veces, el triunfo se sube a la cabeza. Son precisamente las cabezas las medidas de los cánones del cuerpo humano. Siguiendo las distintas disciplinas te das cuenta de lo diferentes que somos las personas por fuera (y por dentro) lo que sigue provocando prejuicios estéticos e incluso mofas. Terrible. El griego Policleto creó el canon de siete cabezas basado en que la altura de una persona son siete veces la cabeza. El pintor Miguel Ángel usó el canon de 7,5 cabezas. Leonardo Da Vinci propuso el canon de ocho cabezas. Lo explicó con "el Hombre de Vitruvio" o "Estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano". Es ese famoso dibujo que hemos visto miles de veces que representa una figura masculina desnuda en dos posiciones sobreimpresas de brazos y piernas e inscrita en una circunferencia y un cuadrado. Una de las obras más famosas de Leonardo, junto a la Gioconda, es La última cena. La que se armó en la ceremonia de inauguración con la supuesta parodia de este momento bíblico. Tuvo que salir Thomas Jolly, el director de la ceremonia, para aclarar que estaba inspirado en Dionisio, el dios griego. Parece que si caricaturizas al dios del vino no molestas a nadie. No sé si se nos está volviendo la piel muy fina, si nos sentimos atacados por todo, si estamos en pleno proceso retrógrado o si hemos perdido el sentido artístico, el del humor y la creatividad. Leonardo, con sus ocho cabezas, en el siglo XV, era mucho más moderno que el hombre actual, el de los JJOO de 2024.