En 1980 el presidente Adolfo Suárez inauguró el Hospital Santa Bárbara. Pasaban a la historia las instalaciones obsoletas que se ocupaban de nuestra salud. Estaba en un descampado próximo a la recién clausurada cárcel y por lo visto nació con defectos. O no era del todo fiable. La evacuación de las aguas residuales precisaba de un sistema de bombeo para llevarlas hasta la red que vertía al Duero. Esa solución dio problemas de atascos y forzó modificaciones para resolverlos. En teoría esta fue una buena lección para el futuro. Pero somos la única especie que tropieza dos veces en la misma piedra y esta vez con agravantes.
El barrio de La Florida, en el entorno del vetusto hospital del Mirón, apesta a ratos y todos los indicios señalan al mecanismo de elevación de las aguas fecales de la nueva cárcel próxima a Las Casas. Se da la circunstancia de que, cuando se remataba el proyecto penitenciario se inauguró la depuradora de la extinta Ciudad del Medio Ambiente. Casi cuatro millones y medio de euros empleados en la mejor tecnología posible para tratar estos residuos de Garray y la aludida CMA. Corría el año 2011 y, el que suscribe estas líneas, acudió a la presentación de esta infraestructura que presidió María Jesús Ruiz. Recuerdo que un técnico comentó que, al principio, su funcionamiento no sería óptimo porque requería un flujo mucho mayo de residuales que el que aportaba Garray. Entretanto los técnicos de la administración del Estado, y supongo que los del ayuntamiento soriano resolvían que, para la cárcel nueva la solución era llevar sus aguas fecales a la arcaica depuradora de Soria con un sistema de bombeo para superar unos veinte metros de desnivel positivo a la altura de El Mirón.
Disculpen mi falta de humildad, pero comenté con miembros del ayuntamiento y lo dejé por escrito en una 'Sopa de guindillas' que había una opción para ese problema. Desde la cárcel nueva a la depuradora de Garray va el agua cuesta abajo está a menor distancia que la de la capital y dotada de una tecnología mucho más avanzada. Nadie hizo ni caso. Nadie se planteó esa posibilidad ni se molestó en discutirla. Cierto que en esta materia pinto menos que la Tomasa en los títeres, pero visto el problema creado por este nuevo elevador fecal, que al parecer está fallando no puedo dejar de pensar que, detrás de esta actitud progresaba lo que hoy es endémico en este país; la inquina y la nula colaboración entre administraciones de signos políticos enfrentados. Carlos Martínez lideró la oposición socialista a la CMA en las Cortes. María José Jiménez, alcaldesa de Garray, estuvo incluso en la plantilla del Consorcio de la CMA. Saquen conclusiones.